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La Resiliencia del Pueblo de Shanghai



Hacia finales de marzo, la ciudad de Shanghai vivió una de las más crudas experiencias de confinamiento jamás vistas en China desde los inicios de la pandemia. Shanghai, una ciudad cosmopolita, con un ritmo único, vibrante y siempre en movimiento; en una acción casi de la noche a la mañana fue puesta en uno de los más estrictos “lockdown” mostrando una faceta inimaginable de la ciudad.


Shanghai tiene una de las mayores concentraciones de población extranjera, atrayendo expatriados de todos los rincones del mundo. Raquel, originaria de Venezuela y Mariano de Chile, nos relatan sus experiencias de este aislamiento.


Cómo lo vivió Raquel


Raquel lleva casi 10 años viviendo en China. Trabaja como profesora de español para una de las escuelas internacionales en Shanghai. Los rumores de un posible confinamiento circulaban alrededor de la segunda semana de marzo, pero nadie imaginó que se convertiría en una situación desesperante hasta el punto de tener que intercambiar comida con los vecinos. El confinamiento inicia pero Raquel, al igual que muchos en Shanghai, tomó la noticia de manera tranquila, jamás previó el calvario a que muchos serían puestos en los siguientes 60 días.


Pero toda experiencia dura deja rastros positivos. En las semanas críticas del aislamiento, conseguir comida o productos personales era una odisea. En tiempos de necesidad la creatividad y la buena voluntad de las personas sobresale. Raquel me cuenta cómo los vecinos organizaron todo tipo de grupos en WeChat para poder tener una comunicación más directa y efectiva y así intercambiar productos, comida, o medicina entre ellos.


Los tests masivos a diario era la única oportunidad para salir de las casas. Fue un momento esencial para socializar y conocer a los vecinos, que para algunos resultó en el comienzo de nuevas amistades. Entre sus vecinos se creó un lazo más fuerte y todos ofrecían su ayuda en caso necesario. Tanto así que durante el confinamiento, la madre de Raquel enfermó y sus vecinos médicos pudieron atenderla.


Lo positivo que se lleva Raquel:


1. El nivel de organización de los vecinos al crear diferentes grupos en WeChat para poder intercambiar productos entre ellos.

2. Las nuevas amistades creadas a raíz del confinamiento.

3. La enfermedad de la madre de Raquel pudo ser llevadera gracias a la ayuda de sus vecinos médicos.

4. Padres de familia del colegio donde Raquel trabaja, organizaron paquetes de provisiones para sus profesores.


La experiencia de Mariano


Mariano tiene 12 años viviendo en China. Reside en Shanghai y es dueño de una tienda de vinos llamada La Cava de Laoma. Mariano vive en la zona oeste del Río Huan Pu en Puxi, la primera zona donde se inició el confinamiento que duró solo 5 días. Fue un confinamiento bastante relajado, la gente podía hacer pedidos de comida online y sin más por menores se levantó el aislamiento al término propuesto. Sin embargo, a los pocos días se anuncia un próximo confinamiento y, a cómo nos dice Mariano, “todos fuimos ingenuos cuando a inicios de abril se nos pide hacer el segundo lockdown previsto por otros 5 días. Nadie estaba preparado para lo que se avecinaba, ni siquiera estábamos abastecidos con suficiente comida y agua.



Las semanas siguientes pondrían a prueba máxima el poder de resistencia de los habitantes al sobrellevar el lockdown más estricto que Shanghai haya vivido. Abril inició con una cara nunca vista de Shanghai, complejos de apartamentos sellados completamente, la gente debía permanecer en absoluto encierro, calles y avenidas vacías, silencio total.

Las entregas a domicilio de comida o productos personales no funcionaban. Sin poder contar con este servicio, ya muchos sin provisiones o agua, y con un encierro extendiéndose sin saber cuando terminaría, fue un duro golpe a la moral de los Shanghainese.


Con un confinamiento ya muy prolongado, Mariano tuvo que salir de su casa para mudarse temporalmente a su tienda de vinos porque la vida continuaba y había que buscar la manera de seguir trabajando. La estadía duró 50 días en los que convivió con sus trabajadores. Entre ellos se animaban y trataban de mantener en alto un espíritu positivo. Mientras permaneció en la tienda, Mariano sirvió en lo que pudo a la comunidad en ocasiones ayudando a distribuir comida a vecinos de la tienda. También la demanda de vinos incrementó, clientes viejos y nuevos pudieron degustar de vinos durante el encierro. Fue un momento de re invención y de esfuerzo para mantenerse fuertes a pesar de las adversidades.


Lo positivo que se lleva Mariano de esta experiencia:


1. La habilidad de los vecinos en crear grupos en WeChat y canalizar ayuda o distribución de comida de manera directa.

2. Al moverse a su tienda, Mariano llega a tener contacto más directo con una nueva clientela y vecinos. Ese breve contacto durante las entregas a domicilio sirvió mucho tanto a Mariano como a sus clientes al tener la oportunidad de tener a alguien con quien platicar.

3. Mariano no solo hacía entregas de vinos sino también de provisiones a comunidades que estaban en más estricto confinamiento.

4. La experiencia de vivir en su tienda con tres de sus trabajadores dio la oportunidad de mantener un espíritu familiar.

5. Conectar con amigos y hacer degustaciones de vinos a través de Zoom fue de mucha ayuda para distraer un poco la mente.


Este confinamiento vivido por los Shanghaineses les has marcado la vida en diferentes formas. Muchos tuvieron que abandonar la ciudad, dejar sus empleos, amigos y una forma de vida. Tomará un poco más de tiempo sobreponerse a la experiencia y las imágenes de una ciudad - con una historia centenaria de apogeo y esplendor- siendo repentinamente paralizada y silenciada con el fin de rescatar a su población de la continua amenaza de COVID 19.










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